lunes, 7 de agosto de 2023

Reseña: El fin del océano pacífico de Tomás González

Ficha técnica

Título

El fin del océano pacífico

Autor

Tomás González

Tipo

Novela

Editorial

Seix Barral

Primera edición

2020

Impresión

Colombia

Páginas

220

La obra

Tomás González es uno de los escritores colombianos más relevantes de la actualidad. Sin embargo, su renombre como reconocimiento es reciente. De hecho, el encontrarme con esta obra que traigo en esta ocasión, se da por una lectura conjunta que despertó mi curiosidad, ya que me he propuesto explorar la literatura de mi país progresivamente, siempre a condición de que los autores estén vivos. Y no es que tenga algo de malo García Márquez, Rafael Pombo, Jorge Issacs o José Eustasio Rivera, mejor, es acercarse a la mirada contemporánea acerca de lo que es el mundo a través de ellos.

El error que cometí, tal vez por el entusiasmo de encontrar esta lectura conjunta, fue que este es un texto de madurez de González. ¿Cuál es el problema? Bueno, pues que todo autor cambia de estilo conforme pasa el tiempo, y muchas veces podemos identificar si ya el escritor está en el culmen de su escritura o en decadencia. ¿Dónde se encuentra, para mi, El fin del océano pacífico? Ya lo expondré.

La novela se centra en una familia, teniendo como punto central y único narrador a Ignacio. Un radiólogo que decide ir a la costa colombiana por motivación, mostrada inicialmente, de su madre de noventa y un años, ya que ella quiere ver las ballenas. Ya había tenido la experiencia tiempo atrás, y debido a un exceso en dulces, caleta que llaman, se ve hospitalizada. 

"En la clínica Medellín mi mamá dijo haber soñado con ballenas que subían del agua y no volvían a bajar. Seguían subiendo y volaban sobre el mar.

- Si vieras la belleza - dijo con voz débil -. Parecían de Botero.

Fue una pesadilla, entonces, dije.

- No me hagas reír Ignacito. No te imaginas lo maluca que me siento.

- Será que ya le dio diabetes, mamá.

- No me molestes ahora con eso."

El viaje es comunal. Encontraremos a la tia de Ignacio y hermana de su madre, Antonia. Mujer de noventa y dos años, que ha vivido junto a su hermana prácticamente toda su vida. Es una dama, si no una señorita, tal cual, cuyo pasatiempo es la literatura.

También encontraremos la pareja de Ignacio, Ester, sus hermanos, sobrinos, etc. Todos dando una configuración de literatura muy cercana, acá cae la época de García Márquez, de una narración tradicional, casi costumbrista, en donde veremos las relaciones entre integrantes, como sus hábitos, al igual que elementos tanto tradicionales y conservadores, como humor blanco (casi transparente), a otro más ácido, acompañado de reflexiones esporádicas que van tomando mayor relevancia conforme avanza el libro.

¿Qué se respira transversalmente en la obra? Soledad. Añoranza. Nostalgia. Realidad:

"Micos, ballenas, lluvia, mar y los empleados de la casa han sido aquí mi compañía desde que todos se fueron, hace ya algún tiempo. Y Ester, claro. En estas playas las ballenas están siempre presentes, aunque se hayan ido y no hayan llegado. Me acompañan también, de lejos, los anónimos turistas extranjeros que pasan todos los días por la playa, pero nunca si hay mucho sol, pues se cuidan del melanoma más que los nacionales y hacen bien. Aquí es mejor ser lo que llamamos negro que ser lo que llamamos blanco".

Entonces, tenemos una novela que habla en retrospectiva, pero dando saltos temporales e introduciendo personajes que aparecen esporádicamente y otros de manera más regular, como es el caso de la madre de Ignacio, que nos muestra la vida una serie de personajes con sus conflictos, actividades, rutinas, etc. Siempre desde el filtro del recuerdo. Sea este fehaciente o no.


Opinión y crítica

Quiero dejar claro que esta reseña no hace justicia a la obra que presenta. De hecho, he intentado pensar y repensar la presente, siempre tratando de abordar el libro desde diferentes perspectivas, queriendo añadir detalles de personajes como de situaciones; empresa que cae enérgicamente, pues me enfrento a un libro que inicialmente me disgustaba, pero que terminé abrazando, y cuyo contenido puede ser tan extenso como descriptivo más allá de la saciedad, o tan corto como un pequeño párrafo donde destriparía la trama de forma innecesaria.

En primer lugar, la novela está dada en primera persona, de corrido, sin capítulos. Esto hace que el lector novato se pueda sentirse intimidado, o incluso se le complique la lectura. Esa fue mi sensación inicial. De hecho, ese rememorar más el estilo de escritura me recordó a Los días azules de Fernando Vallejo. Esta dificultad en la lectura fue manifestada por algunos integrantes, aunque no se dio como un factor definitivo que impidiera culminar el libro.

Ahora, en segundo lugar, he de afirmar que no encuentro elementos negativos o criticables negativamente. Tal vez sea porque mis herramientas para este estilo de novela son no solo limitadas o nimias, pues, ¿qué puede criticarse a que un amigo te cuente parte de su vida? Porque así se siente. Una historia cercana, íntima, con altos y bajos referente a los personajes, entre idas y vueltas en los sucesos, y siempre manteniendo como centralidad ese paisaje Colombiano que se debate entre la belleza de lo agreste y salvaje, lo virginal y violado, lo bello y atemorizante, etc. etc.

Una cercanía que se debate entre el lenguaje formal de un escritor experimentado y la jerga del común. Porque si bien Ignacio, junto a su familia, son, lo que se llama de cuna, no abandonan el hecho de lo común, incluso vulgar, pero en un sentido cercano y amigable. Como en Bogotá referirse a amigos como "marica" o "Güebón".

No sé, como afirma una de las sinopsis o promoción del libro que se puede encontrar por internet, si esta es una obra sobre ciclos; tampoco, como se afirma por ahí en un blog, que este libro demuestra la decadencia del autor, pues novelas de familias ya existen no solo muchas, sino que esta carece de un humor interesante. Lo que sí sé, y puedo afirmar, es que, al final, esta obra tocó las fibras más sensibles de varios de mis colegas lectores. No solo por partes donde se refleja la situación de Colombia, donde la costa es de las zonas más bellas y a la vez abandonadas históricamente, o cómo existe una mezcla exótica entre religión, creencias tradicionales e invenciones personales. Incluso, donde lo rural termina siendo caldo de cultivo para la veneración del especialista, en este caso el médico, con independencia de su especialidad. Pues Ignacio antes de radiólogo es médico y de atender personas debe saber algo. Si no que esta novela es de darle tiempo. De tomarse la molestia de dejar que fluya; que cuente lo que tiene que contar y de descubrir cual es la razón de ese paraje de ensueño.

Triste es que este autor sea más del conocimiento de ciertos círculos lectores que rondan lo especializado, y que sufre, como muchos otros, del opacamiento por la tradicionalidad de Nóbeles en el espectro de  la educación. Siento, y desde hace mucho rato, que si bien los grandes escritores no están para recogerse, sí hace falta un reconocimiento y difusión de los actuales.

Con lo anterior dicho, creo que es más que obvia mi apreciación de este libro. Pero directamente, totalmente recomendado a ojo cerrado, si de explorar algo contemplativo, sencillo y muy colombiano.

Con añoranza, R31K3

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