lunes, 8 de agosto de 2022

Reseña: La canción de Aquiles de Madeline Miller

Ficha técnica

Título

La canción de Aquiles

Autor

Madeline Miller

Tipo

Novela

Editorial

Suma

Primera edición

2012

Impresión

España

Páginas

504



Este año me he percatado que he leído entre buenas y muy buenas obras. La diferencia entre una y otras pueden ser de abismos insalvables como el estilo del escritor, y en otros casos tan nimios como preguntas sin resolver (al menos así lo veo yo en este momento). Por ello no ha de sorprender que la presente reseña, como las anteriormente publicadas, sean no solo un abrebocas, sino un elogio.

De entrada debo afirmar que la canción de Aquiles es un libro que ha tomado popularidad por razón equivocada. La moda. Pero esto si bien lo abordaré un poco más adelante, me da gusto porque en la guerra de la literatura, a veces todo se vale.

El libro se enmarca en lo que se denomina ahora retelling. Autores que toman obras clásicas de la literatura y vuelven a contarla desde otros puntos de vista. No por nada Madeline Miller, la escritora, estudió filología clásica en la Universidad de Brown, además de su maestría, y ha participado en la adaptación de obras clásicas para las artes escénicas. Realmente una hoja académica no solo sobresaliente sino sobrecogedora, (especialmente para mi que me familiarizo con los temas por mi profesión).      

Ahora, para los lectores menos versados en clásicos (lo cual no me sorprende especialmente), la canción de Aquiles retoma los eventos transcurridos en la Iliada de Homero. Ahora, si estás familiarizado con el libro (lo cual parece no se común ni en círculos lectores), sabrás que de va su contenido, además de su final. Pero esto no es así ni para el mejor versado, pues si bien la Iliada en principio es un poema, y por lo tanto en verso, y La canción de Aquiles es prosa, este último inicia con la infancia de Patroclo, el hombre que será más cercano al héroe Aquiles, y no con la peste que ataca a los aqueos, que llevan ya en ese momento nueve años asediando a los troyanos. A que ya se huelen por dónde van los tiros, ¿no?

Patroclo, hijo de Menecio y príncipe, es un niño que si bien por derecho merece el trono de su tierra, nace de la peor forma posible para la antigua Grecia: no tiene ni un solo talento físico e intelectual. Es tímido, flojo y carece de la proyección propia del guerrero.

En seguida fui una decepción, pues salí pequeño y escuchimizado. No era ni veloz ni fuerte, y tampoco tenía buena voz para cantar. Lo mejor que podía decirse de mi es que nunca enfermaba. Los niños sufrían resfriados y cólicos a esa edad, pero yo nunca. Eso fue lo único que hizo recelar a mi padre. ¿No sería yo un niño no humano al que había cambiado por su hijo? Cada vez que sentía sobre mi el peso de su mirada me temblaban las manos y mi madre chorreaba vino por la boca y se manchaba.


Esto hacía que el respeto que debía inspirar se viera reducido e intercambiado por la burla por parte de los hijos de los nobles. Pero las cosas cambian y ocurrió algo que alteraría para siempre la vida de Patroclo.

Un día, uno de tantos de su niñez, tenía en su poder unos dados de marfil, de cuyo origen no se acordaba. Otro niño, de nombre Clisómino, rompió el encanto de la soledad que gozaba en ese momento. Este le pidió a Patroclo que le dejara ver los dados con ojos de codicia, a lo cual este último se negó rotundamente. Esto hizo que ambos entraran en un forcejeo en el que intercambiaban insultos como cobarde o embustero. Sin embargo, la última maniobra del pequeño para proteger sus dados fue empujar con todas sus fuerzas, haciendo que accidentalmente Clisómino recibiera un golpe tan fuerte que muriera.

Yo le miraba fijamente mientras se me hacía un nudo en la garganta, horrorizado por las consecuencias de mis actos. Con anterioridad, jamás había presenciado la agonía de un ser humano. Había visto morir algunos toros, y a las cabras, y también había visto dar boqueadas a un pez hasta quedar inerte. Había contemplado la muerte en las pinturas y en los tapices, ya también en las figuras negras de las hidrias, pero jamás había visto esto: la vibración del estertor, el ahogo, la desesperación, el olor a sangre.

Patroclo, a causa de esto, se vio sin familia ni herencia. Y antes de que su padre gastara un dineral en un funeral digno por la pena de muerte como compensación, lo termina exiliando en uno de los estados más pequeños: Ftía.

Esta tierra era gobernada por Peleo. Hombre de gran respeto y características propias del ideal griego. Era fuerte, apuesto y valiente. Además, “superior a todos los monarcas en lo tocante a su piedad”. Tenía por esposa a una ninfa, y su descendencia, con esta mezcla de sangre de dioses, se veía beneficiada en todo sentido, pues se sumaba el hecho de que las Moiras (personificación del destino) había predicho que el hijo de Peleo sería muy superior al padre.

Ahora, en Ftía, y refiriéndonos al hijo de Peleo, será el coprotagonista de esta historia: Aquiles. Pequeño de buenas maneras pero que no asiste a ningún entrenamiento como lo hacen los otros. De hecho, todo lo relativo a su ejercitación es un secreto. Además, debido a su belleza y clara importancia, es seguido por diferentes chicos para que alguno sea su mano derecha. Algo así como compañero de armas.

Desde este punto, Patroclo luchará, primero, por sobrevivir al mundo que lo rodea; segundo, a sobrellevar su personalidad que se alinea con su falta de talento; tercero, a la relación que comienza a estrecharse con Aquiles.

Hasta acá no hay nada nuevo para, como nombré anteriormente, el conocedor de la Iliada. La relación de Aquiles y Patroclo es el elemento central tanto de la obra clásica como de la presente. ¿Y qué me parece como tal el libro? Maravilloso por varios aspectos.

Muchas veces la literatura clásica, pero verdaderamente clásica, se hace engorrosa y difícil de leer. Esto, seguramente, para un profesor promedio del español o lengua castellana podría sonar terrible. ¿Acaso es posible cambiar aquellos libros fundantes de nuestra sociedad por la adaptación del mismo? Francamente sí. ¿Por qué? La Iliada, visto más arriba, es un poema. Esto no solo da a entender el estilo de escritura sino el lenguaje que se usa. Palabras como pelida, herinías u otas más simples como vituallas, no aparecen en un vocabulario regular del habla diaria. De hecho, leer la Iliada o La odisea son un verdadero reto que no cualquiera asume. Y si este tipo de textos tienen por objetivo difundir las viejas historias y es más aceptado, bienvenido sea.

A esto se suma que mantiene el tono fantástico. Es difícil, bastante, pensar en criaturas mágicas o mitológicas a la par de una historia que se manifiesta en toda su materialidad. Pero acá se logra. Te convences de la existencia de seres como las nombradas Moiras, de la semidiosa madre de Aquiles, del centauro Quirón. Incluso los dioses vengativos que se aplacan con sacrificios.

¿Hay algo de malo en la novela? No realmente. Y buscar de manera incesante podría ser innecesario. Podría afirmarse que hay personajes que se nombran y deberían ser importantes, como ciertos dioses, pero eso es buscarle una pata innecesaria al gato.

Ahora, la novela toma relevancia social por ciertos discursos que se han fortalecido por esta época que transitamos. ¿Cuál? Pues en literatura las temáticas LGTBIQ+. Es casi seguro el éxito de una obra que aborda de manera romántica o fantástica estas inclinaciones sexuales. Pasó con una obra terriblemente mala como Blanco, rojo y sangre azul; ahora sigue en vigencia Heartstopper, que ya tiene adaptación en Netflix, y pasó con la canción de Aquiles.

He visto comentarios positivos que tristemente se centran en la homosexualidad de los protagonistas. Otros negativos que caen en lo mismo. Y si bien es importante este romance, porque para nadie es un secreto que la homosexualidad era más común en la Grecia antigua, se pierden aspectos muy importantes y ricos en cultura. Por ejemplo, la inmisericorde guerra que se ceba con ambos bandos, o de las intrigas que traman los líderes para acceder a la obediencia y mantener el ejercicio de poder. En fin.

Lo que me queda por decir es que es una buena obra, bastante fiel a los cantos del original. Que refresca aquellas historias que nos constituyen como cultura occidental. Y que ojala (esto es más una esperanza que una plegaria), algo le quede a los lectores más allá de una trama homosexual.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario