Ficha técnica | |
Título | Misery |
Autor | Stephen King |
Editorial | Emecé Editores S.A. |
Impresión | Colombia |
Páginas | 275 |
ISBN | 958-602-498-9 |
Misery inicia con una escena que
se puede sintetizar como desorientación, donde nos plasma una mezcla de recuerdos
donde un pequeño está en una playa con su madre, y colinda con la realidad
donde se ahoga en dicho lugar… Y una voz. Sí, una voz, que llama a nuestro
perplejo protagonista entre ensoñaciones. Voz que le pide salvajemente que respire,
solo para que nuestro narrador sobreviva en su sueño con someros momentos de
lucidez, y vuelva a caer dormido (o desmayado). De allí, toda sensación y
emoción de Paul Sheldon, porque ese es su nombre, tendrán un factor común: el
dolor. Algo punzante, constante y que lo llevará a límites que ni el mismo consideraría
llegar a tocar; a vivir. Esto ocurre porque Paul, o Paulie, está en un lugar
desconocido después de un accidente al que sobrevive por la mano de aquella voz:
- ¿Dónde estoy? – dirigiéndose a la mujer que estaba sentada junto a la cama con un libro en las manos. El nombre del autor era Paul Sheldon. Lo reconoció como su propio nombre, sin sorprenderse.
- En Sidewinder, Colorado – dijo ella cuando él al fin pudo hacer la pregunta –. Yo soy Annie Wilkes, tu…
- Lo sé – dijo él –. Mi admiradora número uno.
- Sí – dijo ella, sonriendo –. Eso es precisamente lo que soy.
Annie. Annie Wilkes, ya mencionada en el pequeño diálogo citado, es una mujer corpulenta que, si no fuera por el bulto que trae en el pecho, su apariencia robusta la hace carecer prácticamente de curvas femeninas. El resto de su ser es de caída vertical y gruesa: “sugería durezas y atascamientos antes que acogedores oficios o incluso espacios abiertos, áreas de vacío”. Todo resumido en la sensación de solidez. Un resumen de características que terminan por relacionar la estética de Annie a la de un ídolo tribal. No por nada, esta primera parte del texto (tiene un total de cuatro), es diosa – África. Cabe resaltar que esta descripción tan sólida de Annie despierta un sentimiento de terror. De miedo. Pues no solo es el estado limitado de Paul que lo hace vulnerable, sino que su ser macizo evoca fuerza, rigidez, invulnerabilidad.
Resumiendo, después de que Paul
sale de eso que llama la nube oscura (algo así como el intermedio entre
conciencia e inconsciencia, o la duermevela), se da cuenta de tres cosas: “La
primera: que Annie Wilkes tenía una gran provisión de Novril (en realidad,
tenía muchas drogas de todo tipo). La segunda: que se había hecho adicto al
Novril. La tercera: que Annie Wilkes estaba peligrosamente loca”.
Siempre pienso que una buena obra
puede resumirse en pocas líneas, y si no tienes nada más que decir, es un mal
texto o tu un mal lector. Ahora, sobre lo primero, en Misery es fácil: un afamado
escritor que es recatado de un accidente de auto por una mujer que se considera
(como muchas otras) su “fan número uno”. Esta mujer tiene severos trastornos
mentales y lo mantiene secuestrado. Sobre lo segundo se puede hablar
extensamente del contenido del libro, así que trataré de tocar algunos temas
del mismo, sin spoilear dentro de lo posible.
Annie Wilkes es un personaje especialmente siniestro. Esconde con su clara y fingida amabilidad un trasfondo que no solo te recuerda que cualquier persona, en cualquier lugar y momento, por más normalidad que pueda aparentar, tiene un potencial oculto como asechador, asesino o cualquier otra barbaridad. De hecho, su historia de vida tiene dos ingredientes interesantes, el primero la genética; el segundo, el entorno en el que crece y se desenvuelve. Es decir, Annie puede ser considerada tanto una psicópata como una sociópata. Nació con tendencias propias de un asesino nato, pero el mismo medio la empujó a manifestar temprana y cercanamente tales tendencias. Esto hace que no sientas una empatía en sentido positivo o negativo propiamente por el personaje, sino, más bien, un sentimiento de interés por su historia y, al mismo tiempo, de verdadero terror.
Esto último es interesante porque
si bien el texto es largo y sabes que la historia continuará capítulo a
capítulo, incluso al llegar a la mitad del libro, se despierta un sentimiento de
ahogo por la seguridad de la vida de Paul a causa de la inestabilidad de Annie.
Inestabilidad que puede explotar en cualquier momento y sin razón aparente. Al
mismo tiempo, las intervenciones que tiene esta mujer te dejan dubitativo como
lector, pues fluyen entre una mente calculadora y racional que sabe exactamente
que está haciendo, y los impulsos propios de un animal que se nubla por
pasiones. Incluso, muchos diálogos de sus razonamientos te asombran por cuanto
convencen tanto a Paul como a ti como lector. Esto hace que Annie sea un
personaje muy consistente. Característica que no falta tampoco en Paul.
Y aquí quisiera detenerme un
poco, pues si bien estamos hablando de una ficción, ¿cuántas veces no hemos
escuchado de una persona en una situación límite haciendo lo impensable para
sobrevivir? Y mejor todavía, ¿qué pasará por sus cabezas cuando parece que su
fuego de vida se va a extinguir? Pues en el libro encontramos largas, claras y
diversas divagaciones acerca de si es mejor dejarse morir para acabar con el
sufrimiento físico o sicológico, la voluntad de continuar, la idea de
sobrevivir a toda costa, la venganza, y un sinfín de matices que relacionan
unas ideas con otras. Un proceso que, en realidad, termina prácticamente en la locura
o, incluso, a que los personajes se identifiquen en ciertos niveles de esa
locura.
Por último, pero no menos
importante, está la visión de lo que es un escritor. Este libro me recordó
mucho la anécdota que está en la introducción o preámbulo del libro La milla
verde, donde King llegó a ser amenazado con la muerte de un peluche a través de
una carta, si no continúa con la saga de La torre oscura. ¿Irrisorio? ¿Tondo?
¿Temerario? Seguramente todos y mucho más.
Porque los
escritores recuerdan todo, Paul. Especialmente las heridas. Sácale la camisa a
un escritor, apunta a las cicatrices, y te contará la historia de cada una,
hasta las pequeñas. Y de las grandes sacará novelas, no amnesia. Si quieres ser
escritor, un poco de talento no te vendrá mal, pero lo único realmente
necesario es esa capacidad de recordar la historia de cada cicatriz.
Podría no solo extenderme en este
punto citando aún más fragmentos, como en otros temas colindantes, como la
obsesión por palabras, imágenes y experiencias que retumban constantemente en
la mente de Paul, y que se mezclan con su imaginación a la par de su oscura y prolongada
experiencia; todo para interpretar y reinterpretar a su verdugo, a sus
posibilidades de salvación, a su gusto o disgusto por su propia obra...
Incluso, esa voz con la que Sheldon pelea internamente (tal vez un tipo de
conciencia), que lo lleva tanto a discutir consigo mismo, como retarse y
provocarse a ir más allá de los límites. Sin embargo, prefiero dejar de lado
esto para dar mi conclusión (que por cierto no es para nada una sorpresa), y
esperar a que el lector descubra lo interesante, profunda, terrorífica y
traumante que puede llegar a ser esta novela.
Así, recomiendo ampliamente
Misery de Stephen King, tanto para el lector novato del terror, como para
aquellos que quieren explorar el autor con mayor detenimiento. Si bien es un
libro largo (casi todos los libros de King lo son), carece de puntos débiles
que valga la pena mencionar. Es apasionante y, si te lo tomas en serio, realiza
un excelente trabajo en envolverte en una atmósfera cargada de tensión e
inseguridad; mismo trabajo que se refleja en la coherencia de los actos de los
dos personajes y su historia personal. En definitiva, un libro de cinco
estrellas muy merecidas.
No siendo más, con verdadero amor
a este libro,
R3IK3
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