martes, 8 de febrero de 2022

Reseña: El exorcista de William Peter Blatty

Ficha técnica

Título

El exorcista

Autor

Willlliam Peter Blatty

Editorial

Ozzeman

Impresión

Edición digital

Páginas

273

Las segundas oportunidades son muchas veces justificadas cuando tienes dudas sobre tus decisiones. Esto, sumado a que se presto a causa de una lectura conjunta, hizo que volviera a leer El exorcista de William Peter Baltty, y a pesar de que no me gusta del todo reescribir a veces una reseña (a menos que me encante el libro), voilá: ¡Aquí estoy!

El Exorcista, como muchas novelas de culto, parece que no necesita presentación, no solo por su amplia popularidad entre los lectores como entre aquellos que han tenido experiencia con el cine de terror. Adaptación esta última que no solo goza de gran reconocimiento por la forma explícita en que presenta varias escenas clave del libro, sino por una mitología alrededor de esta, donde elementos que son “propios” de la posesión diabólica trascienden el espacio cinematográfico y se mezcla con la realidad. Y coloco entre comillas “propios”, porque si bien podemos hablar de cosas como hablar en letras extrañas, lectura de mente, transformación grotesca del poseso, etc. Podríamos decir que estos clichés, son precisamente establecidos por esta obra. Lo cual no es de subestimar.

El inicio propiamente dicho, antes de entrar en el grueso de los protagonistas, será una especie de capítulo uno, ubicándonos en Irak del norte. Allí encontramos un hombre que se encuentra en u sitio arqueológico, en el que hallará una cabeza de piedra verde. Cabeza del demonio. Poco después este misterioso hombre centrará su atención en una estatua de piedra caliza, cuyas formas (alas y pies con garras, entre otras), hará énfasis en el demonio: Pazuzu es su nombre.

Pasamos luego a Washington D.C. A la casa de Chris MacNeil, actriz, en su cama repasando el texto de la filmación del siguiente día.  En la misma casa está también su pequeña hija Regan, la cual ya se encuentra dormida. Parte de esta pequeña familia son los sirvientes Willie y Karl. Una pareja extranjera de edad madura. Sin embargo, pasadas la medianoche, varios ruidos como golpes se escuchan en la casa. Ruidos que parecen venir de la habitación de Regan. En sospecha de que Regan era la causante de los ruidos, decide revisar el cuarto de la niña, pero la pequeña de apenas once años se encuentra profundamente dormida. Chris entonces, después de ver rasguños en el techo, concluye que son a causa de ratones. Esto hará que la mujer recomiende a Karl la compra de ratoneras para la captura de los animales. Eso sí, no sin antes percatarse de que la habitación de su hija está más fría de lo normal, a pesar de la ventana cerrada y el radiador encendido.

Por otro lado, tendremos a Damien Karras. Padre de la orden jesuita, que vive entre su entrega a la religión, su profesión como psiquiatra y su madre enferma. El será el primero, ya avanzada la novela, que intervendrá, tanto como médico y hombre espiritual, en la vida de la víctima de la posesión: Regan.

Tenemos otros que serán los personajes de apoyo o secundarios. Ya nombré a la pareja de sirvientes de la casa MacNeil. También estará Burke Dennings, director bastante reconocido, amigo y colega de Chris, el cual tiene el grave problema de meterse en problemas serios cuando bebe demasiado. Sharon Spencer es una joven, originaria de Oregon, secretaria de Chris e institutriz de Regan. En general se comportará también como amiga fiel en los momentos de crisis. Por último, al menos en los más relevantes, está en detective William Kinderman. Hombre que entrará en la trama en el momento de la muerte de uno de los personajes, y cuyas sospechas de un asesinato hará que se mezcle hasta cierto punto en los acontecimientos sobrenaturales.

Ahora, el problema del exorcista, al menos para el lector asiduo, es que no pasa de ser una novela históricamente relevante por aquellos elementos que deja en la cultura acerca de este aparente fenómeno demoniaco. En otras palabras, las características aparentemente propias de un exorcismo que se puede manejar en lo cotidiano, y lo cual aun reviste ese hálito de misterio e incluso miedo. Háblese por ejemplo de la tabla ouija (güija). Tablero de madera que trae un abecedario, números y diversos símbolos, como el sol y la luna (depende del tipo de ouija), junto a una pequeña punta, también de madera, la cual cabe en la mano y trae en su centro un vidrio. Este último, al entrar en contacto con el espíritu, y teniendo la persona levemente presionado sobre la tabla, se moverá forma gradual (donde se supone que no interviene para nada aquel que lo esté presionando), dando respuestas a las preguntas que se le hagan.

Esto no deja de ser bastante particular, pues se esperaría que una obra que tuvo, y ha tenido, tanta repercusión en el cine y en el mundo literario, no tuviera un mal envejecimiento. Porque eso es lo que ha sucedido con este libro.

No he de despreciar que el texto está muy bien documentado respecto al proceso por el que pasa Regan al creerse que su posesión es solamente una enfermedad mental o psicosomática. Pasa por el psicólogo, el psiquiatra, y hasta un grupo de expertos que tratan de determinar su padecimiento, para finalmente culminar en el exorcismo (incluso este se ve como un ejercicio médico estimulante a un tipo de problema mental). Aun así, se ha quedado más en el culto. En la apreciación y extensión de su contenido, pues es, y será, referente de la posesión y hasta lo satánico. Pero de allí no pasa. ¿Por qué?

El libro es bastante entretenido, y si he de nombrar más de sus bondades, realmente crea una atmósfera lúgubre y siniestra. Además, el proceso de posesión se hace gradualmente, y puede resultar gratamente frustrante como lector, el saber que se trata de una posesión en un mundo que apunta cien por ciento a la medicina. Es como tener la respuesta inevitable, pero no saber cómo se van a dar el proceso de descubrimiento y desarrollo del exorcismo. El proceso de desarrollo psicológico de Regan es satisfactorio, pero aun mejor es el de su madre, que tiene que conllevar la pérdida de la primera gran oportunidad de dirigir una película, con la espiral de desesperación y decadencia de su hija. Con Karras pasa algo similar a Regan, pues la pelea interna que desarrolla entre su fe y la psiquiatría, junto a una decepción o alejamiento del camino de Dios que eligió, se siente natural y progresivo. Pero pare de contar.

Como he nombrado, dentro de la narrativa aparecen elementos o características de los rituales satánicos, que si bien marcan un antes o un después del imaginario (o tal vez de los rituales reales), dentro de la historia tienen una incidencia media o simplemente nula. Por ejemplo, los sacrilegios que son llevados a cabo en una iglesia, cuyo contenido va desde lo vulgar a lo sexual, terminan por ser una amenización y sin relevancia alguna. Igual pasará con el interés de la misa negra. Será una charla de fiesta, de la cual sabremos una que otro rasgo, además de llevar al encuentro de un libro, pero nada más allá. De este último, el libro, se utilizará como ingrediente para entender de alguna manera el padecimiento de Regan, pero será realmente relegado. Por último, tampoco se profundiza en la tabla ouija. Solo es un disparador.

Ni qué decir del título. “El exorcista” tiene un contenido muy grande. Si bien es icónico, también es una desventaja, pues ya revela de qué tratará (posesión, religión, creyentes, demonio – o demonios –, satanismo, etc.). Sin embargo, al abordar el libro, no queda muy claro a quién hace referencia el título. (dejo este punto hasta acá, pues sería ya demasiados adelantos). Y si bien hay un crecimiento y profundización de Karras, no así de otro personaje que en algún punto más arriba ya mencioné.

En general, no es una mala novela, no en general, pero discutir sobre ella es limitado. Esto hace que, al menos para mí, y en general para el grupo que la leímos, no sea realmente memorable. Es decir, pasa con un poquito de pena, y una pizca de gloria. No sé si vuelva a quedar dentro de mis peores lecturas de este 2022, como lo hizo en 2020, pero en general, es recomendable para grupos de lectura de terror (como fue mi caso), o personas que les guste el género. Por su puesto, también para personas que apenas se inician en este mundo. Pero hasta ahí.

Con expectativa a la próxima lectura de terror

R31K3

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