lunes, 24 de enero de 2022

Reseña: Peter Pan de J. M. Barrie

Ficha técnica

Título

Peter Pan

Autor

J. M. Barrie

Editorial

Cátedra

Primera edición

2011

Impresión

España

Páginas

466

ISBN

9788437628851

Normalmente cuando releo un libro la experiencia no es del todo satisfactoria. Primero, porque, aunque me guste, lo cierto es que saber el argumento del mismo (como inicia, cual es el clímax y la forma en que termina) hace que pierda ese elemento de sorpresa que te trae siempre el primer encuentro. Esto puede ser ignorado, claro está, si, uno, el libro es de tus favoritos; dos, es una obra que por más que se lea ofrece siempre algo nuevo. En mi caso, no es tanto el primero como si el segundo. Es decir, a pesar de que la relectura alcanzó a aburrirme en algún punto, trajo consigo tanto afirmaciones de ideas que ya tenía, como apreciaciones y consideraciones nuevas. Pero vamos a enfocarnos rápidamente.

La historia inicia con un acontecimiento que será la temática central: crecer. Wendy, la única hija en ese momento del señor y la señora Darling, entenderá a sus dos años que todo niño debe crecer. Esto último, por la exclamación de su madre ante su presencia, al llevarle la pequeña una flor que había tomado del jardín. De allí, comenzará a explicarse la constitución de la familia completa, que consiste en Wendy y sus padres, como por dos hermanos más: John y Michael.

En primer lugar, la señora Darling es descrita como una mujer de mentalidad romántica, además de misteriosa, y que tiene algo muy, pero muy importante: “un beso [de su dulce boca burlona]”. Beso que ni siquiera su hija Wendy, o su esposo, logró conseguir. Era tan bella, que muchos hombres corrían por ella, pero fue el padre de Wendy en ese momento el más astuto, que en vez de correr tomó un coche y llegó primero. Ella era una mujer que llevaba las cuentas de todo al día, pero su mente comenzó a derivar en otros pensamientos: bebés. Estos tomaron forma con el tiempo en dibujos sin rostro. Lo particular es que, desde Wendy, el señor Darling comenzaba a calcular si era posible quedarse con la niña (ni idea de qué haría con cada niño de llegar a determinar que no podían quedarse con ellos) y los demás hijos que venían en camino de vez en vez. Ese asunto del hombre calculador que hace cosas importantes será la característica más relevante de George Darling.

Como llegaron a ser una familia amplia, los Darling no lograrían cuidar bien de todos los niños, junto a todos lo quehaceres. Por ello, incluyeron una sexta persona para ayudar: Nana. Aunque persona no en estricto sentido, pues Nana era perra Terranova, la cual entra a la familia bajo un contrato. Esta se describe como remilgada, ¡y vaya si lo era! Incluso podría tomarse por sobreprotectora y rígida, todo en pro del cuidado de los niños. Incluso, dentro de sus conocimientos como niñera, estaba el curar diferentes enfermedades (como la tos), con remedio caseros. Tal era la dedicación que “ninguna guardería podría haber funcionado con mayor corrección”.

Pero bueno, ¿cuándo aparece Perte Pan? Pues su nombre lo hallamos por primera vez cuando la señora Darling, como toda madre dedicada, ordena la imaginación de los niños mientras ellos duermen. Al principio, para la señora Darling, Peter no es más que un nombre sin referencia. Lo desconocía a tal punto que pregunta a la pequeña Wendy quién es. Ella le devuelve la pregunta interrogándola, al preguntarle si en verdad no sabe quién es Peter Pan. La señora Darling, no sin esfuerzo, termina por recordar algo de su infancia sobre un tal Peter Pan que “vivía con las hadas” (entre otras cosas).

Pero la aparición del Peter Pan de carne y hueso ocurrirá una primera vez en que, los niños siendo cuidados por Nana, este perderá su sombra en la casa de los Darling. Una segunda vez para recuperarla, donde esta última será el punto de inflexión para que Wendy y sus hermanos decidan irse a Nunca jamás (volando). Allí ocurrirán sus aventuras. Desde el mismo viaje volando, que solo podrán hacerlo con los polvos mágicos de Campanita Hojalatera (lo sé, eso de polvos mágicos puede llegar a sonar terrible en más de un sentido), que llamarán de cariño Tintín, hasta encontrarse con piratas, indios, sirenas; problemas cotidianos, como el entretenerse y sobrevivir, hasta vérselas con el antagonista por excelencia de esta obra: el capitán Garfio. Ahora, si cabe destacar algunos elementos, me gustaría, de entrada, llamar la atención sobre Campanita. Tal vez esto ya lo había hecho en mi anterior reseña de esta obra, pero creo que vale la pena.

Campanita es uno de tantos personajes que ha sido explotado por Disney (además de endulcorar cualquier personaje a su alcance para ser “apto para todos”). Acá aparece no solo como el hada que acompaña constantemente a Peter, además de tener su propia habitación en casa del chico, sino que, además, es un hada muy, pero muy, celosa. Específicamente, siente celos de Wendy. A tal grado es esta actitud, que en ese viaje en que llega por primera vez a Nunca jamás, la pequeña hada da la orden a los Niños perdidos de que la ataquen. Orden que hace pasar por deseos del mismísimo Peter. A esto se suma una personalidad altanera y vulgar, pues insulta bastante (por no decir a cualquiera que vaya en contra de sus propios deseos) a Peter cuando ignora sus cumplidos o intenciones. Normalmente el insulto es traducido en esta versión como “tonto de culo”. Bastante diferente de aquella hada que tiene serie animada y bastantes películas, ¿no? Aunque si colocamos atención a esa primera versión de Disney de Peter Pan, si encontramos ese tono violento de la pequeña, aunque matizada hasta en el lenguaje (por cierto, que el único que entiende al hada es Peter).

Ahora, lo anterior fue un “reciclado” (si así quiere verse) de una de las temáticas que había tomado de mi anterior reseña, pero aún hay mucho de donde recortar, y sin afán de spoilers (que es bastante fácil hacerlos), retomaré una temática también ya tratada, y agregare, creo, un par más.

Lo primero es la relación entre padres e hijos, y no del todo por la familia Darling (donde sería el lugar más obvio en lo tocante a este tema), sino por los Niños perdidos. Mientras nuestro mágico protagonista y líder de los Niños perdidos reniega de las madres, al menos las adultas, por cuanto debe obedecer a sus órdenes, igualmente clama, con todos los niños de la isla, por una. Esta es la finalidad de llevar a Wendy a la isla a cualquier costo. La pequeña no solo cuenta cuentos, sino que adoptará el comportamiento de su madre y lo ejercerá en los niños. El centro de dicho comportamiento, claro está, son los cuidados. El levantarse a la hora debida, comer, tomarse la medicina, arroparse, dormir, etc. Todo esto conjugado con el plus de ser una niña, lo cual trae consigo el valor de la madre y la frescura, o cercanía, de la infancia, son parte de ese constructo que hace Barrie sobre la importancia de la crianza de un niño bajo la tutela de una madre (así esta no sea la que lo trajo a este mundo). Un punto interesante (y en el que en esta reseña no entraré) es el papel de George Darling como representante del padre, o la figura como tal de este, pues parece que, a la larga, no es tan importante (en la obra) como lo es la madre.

Seguido de esto, este libro me recuerda mucho a textos como Las aventuras de Tom Sawyer. ¿En qué? En el retrato de lo que es un niño. Peter, al igual que Tom, y los Niños perdidos, tienen la característica de no dimensionar las consecuencias de sus actos. De qué sucede si hago X o Y acción. Entonces, es fácil encontrarnos que matar personas (piratas u otros enemigos) es algo totalmente común. El buscar aventuras peligrosas que pongan en riesgo la vida misma también lo será.

Añado a esta maravillosa caracterización el olvido. La memoria se da como algo tan frágil, que aquellas cosas que se supone se deben recordar, son fácilmente olvidables: en especial para Pan. Mientras los adultos parecemos estar constantemente en una necesidad de recordar cuanta información para interactuar y navegar en el mundo, no pasa así con los niños. Al menos no en estricta forma. No sé si a ustedes les pasó, o solo estoy apelando a una experiencia personal, o tal vez le ocurriera a un hermano, primo o niño pequeño que conocieran, pero, acaso, ¿al mandarles a hacer algo (como comprar algo en la tienda o traer un objeto de otra parte de la casa), no terminan por no hacer nada y olvidando en el camino qué se les había encargado? Pues eso es Peter en esencia, y parte de su grupo. Solo que a un nivel mucho más exagerado.

Ahora, una particularidad, y que me parece maravilloso personalmente, es que los sueños (sí, aquellos que tenemos cuando dormimos) son sinónimos del País (o isla según la traducción) del Nunca jamás. Es decir, cada uno de nosotros, cuando soñamos, tenemos un País del Nunca jamás en nuestros sueños, pero al mismo tiempo, y esto es lo genial, ese sueño personal tiene mayor claridad en una parte específica de ese nunca jamás más grande y del que todos participan. ¿Confuso? En otras palabras, Nunca jamás es un lugar físico al que se accede a través de los sueños, como si estos fueran una llave de acceso, pero solo se puede explorar una zona limitada. El Nunca jamás completo, solo podrá visitarse de ayuda de Peter o de hadas. Esto es curioso, no solo por el concepto mismo de un lugar que es real y soñamos con él, sino porque de alguna manera, todos, estaríamos conectados a tal mundo.

Otro elemento interesante es que la creencia en Peter Pan parece que es exclusiva de los niños por tener características propias de la niñez. Es decir, cuando se va creciendo estos rasgos se pierden. Tenemos así, en primer lugar, tenemos el llamado “sentido común”. Esto no lo concluyo yo, sino que está directamente en el libro. Cuando la señora Darling habla con Wendy de Peter y como la madre no lo recuerda, se nombra que “En aquel entonces [cuando era niña] creía en él, pero ahora que era una mujer casada y llena de sentido común dudaba seriamente que tal persona existiera”. Llamativo, ¿verdad? Pues al crecer, el mundo se vuelve una serie de leyes no explícitas que conforman ese llamado sentido común, más allá de las creencias espirituales o personales. Ejemplo de esas reglas es que los perros, o los animales, no hablan (incluso Nana nunca lo hace); las personas no vuelan por los aires como aves, nadie tiene aventuras centradas en matar a otros (y de tenerlas, por supuesto, no es aceptable), las estrellas no hablan, la lluvia no va de la tierra a cielo, etc.

Tenemos, adjunto a esto, a la imaginación. Esta es nombrada en varias ocasiones a lo largo del libro, como un elemento indispensable cuando los niños hambrientos, y al no tener comida, tenían que recurrir a ella para satisfacer en alguna medida sus necesidades. Esto, por su puesto, se pierde cuando se crece. Pues el mundo material, al que es renuente Peter, y que incluye cosas como estudiar y trabajar, te pide usar la imaginación en otros sentidos. En tu trabajo nunca vas a imaginarte que eres el jefe y das las órdenes, a tal punto que tu jefe entienda tu “jueguito” y Él se vuelva tu subordinado. No. Pero esto sí lo hace Peter en un pasaje donde, junto a los Niños perdidos, cambia de rol. Pasan de ser niños perdidos a piratas, y esto últimos a ver lo que estos hacen, también cambian de rol. ¿Acaso no es un ejercicio puro de imaginación al tiempo que de juego? Porque ese es el último recodo del niño: el juego.

Ser adulto es mantenerse en tareas de adultos (que mayormente consiste en calcular la distribución más optima de los recursos que se han adquirido), y el juego pasa a un lugar secundario. No es lo mismo un niño jugando futbol, a ser pirata, ladrón, padre o madre, etc. Que un adulto que recurre al juego solo como medida de entretenimiento externo a él. Me explico. Mientras los niños juegan (usando la imaginación y su lógica), sea lo que sea, realmente creen que son aquello que juegan, mientras el adulto no. Un adulto puede jugar futbol, pero no se cree que es Messi o cualquier jugador, como tampoco que juega como todo un profesional. No. El adulto solo juega o para ganar, o como forma de alcanzar un objetivo material cuando es su modo de trabajo.

Hasta ahora esta es una de las reseñas más extensas que he hecho, y aun así dejo de lado un montón de elementos interesante y relevantes que podrían agregarse para hacer más rico el análisis, como el contenido, pero extenderme demasiado podría ser simplemente contraproducente.

Cierro afirmando que, si bien Peter Pan es un personaje que se ha metido en nuestras vidas a causa de la tradición audiovisual a la que hemos estado expuestos, no así los pasajes que pueden ser incómodos en el libro y no alcanzan (por una y otra razón) a ser representados en sus diversas adaptaciones, el libro tiene un valor cientos de veces más grande. Humor, sarcasmo, historias tristes y felices, magia, enemigos, y un viaje que no terminará nunca (esto último hace parte del final), son diferentes elementos que confluyen en una historia que no dudo que no solo más de uno puede disfrutar en cualquier momento, sino que en algún momento volveré de nuevo a Nunca jamás.

Con dedicación R31K3

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