Ficha técnica |
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Título |
Los viernes – Retratos del día a día |
Autor |
Nathalie Schmidt |
Editorial |
ITA Editorial |
Primera edición |
2020 |
Impresión |
Colombia |
Páginas |
70 |
ISBN |
9798575082323 |
Nathalie Schmidt es una
Colombiana, de origen bogotano, la cual se gradúa de Lenguas modernas de la
Universidad Javeriana y hace una maestría en Creación Literaria en la
Universidad central. De esta última nace este libro, pues, dice en la
información del libro, es su trabajo de grado. Con tal preámbulo, las
expectativas son especialmente altas, ¿no?
Bueno, pues entrando en materia
técnica, este libro de 70 páginas tiene ocho cuentos titulados: Lo rutinario,
Anna, Doña Soledad, La casa Azul, Antropofagia, Baile, Asfixia y Los viernes no
se come pez. Por comprensión, los cuentos son bastante cortos, pero eso no es
algo que deba subestimarse.
Ahora, en el momento que escribo
esta reseña no estoy seguro cuales comentar o por donde comenzar, y realmente
la primera vez que me pasa. ¿Por qué? De entrada, que sean textos tan
familiares, pues todo pasa no solo en la ciudad de Bogotá, sino el lenguaje en
propio de la capital colombiana, hace que exista cierto gusto y, siendo
sincero, me hace sentir propenso a darle un visto bueno; también, que hay de tanto
que podría hablar de los cuentos (tanto bueno como malo), que me exigen cabeza fría para no ir de aquí
para allá favoreciendo solo una perspectiva. Por eso, optaré por hablar de solo
dos cuentos de manera más precisa, y de otros solo de renombre.
Iniciaré con el primero en lista:
Lo rutinario. Precedido por un fragmento de la banda Voltaire, cosa por demás
recurrente en este libro, el cuento nos narrará la vida de Daniel. Un típico
hombre de oficina, pero que, a diferencia de otros, es un lobo solitario. Qué
digo lobo solitario, es casi un fantasma para el mundo entero. Ese desierto
social se ve reforzado por su propio carácter. Es un hombre que dedicó todo su
tiempo al trabajo a cambio de una disminución de sus amistades. A esto, sus
intentos de participar en las actividades de la empresa, como lo es el almuerzo
o la fiesta, se ven afectados negativamente, pues los temas de conversación
“logran hacerlo bostezar y abandonar cualquier intento de conversación”.
Desprecia a sus compañeros, como a su familia, de la cual solo se nombra a su
hermana que le regaló un gato; animal al que odia.
Sin embargo, un extraño impulso,
llámese verdadera curiosidad, lo atrapa al encontrar cosas singulares (¡muy
singulares!), cerca a un cementerio. En este punto aparece lo únicamente
caricaturesco, en buen sentido, a manera de un letrero que dice: ¿Aburrido?
¡Sal de la rutina! Sigue adelante. De allí se sigue uno de los fragmentos más extraños
que he leído, y no porque sea especialmente ajeno a mí (lo digo por mis gustos
en videojuegos y películas), sino porque la preparación del terreno de este
hombre aburrido, junto a la portada del libro, y que sea el primer cuento, hace
que sea perturbador. Deliciosamente perturbador.
Esto último, los giros
argumentales con un tono oscuro y casi burlón, será lo que marcará la línea
transversal de casi todas las historias, a veces tornándose más oscuras hacia
donde crees que terminará con algo tipo slasher y otras que te hacen
volver atrás para entender que pasó.
Asfixia es por mucho el que más
me gustó de todos los cuentos. Acá tenemos al pequeño Martín. Un niño de clase
media alta que todos los días en el bus al colegio busca ser saludado por su
amor platónico: Laura. Una niña de grado once, que lo saluda en el bus, y la
cual Martín siempre desea se siente al lado suyo. Sin embargo, el mayor
problema es esa diferencia de edad, pues ella parece mucho mayor, ya que a él
se le describe como un niño con peinado raya al medio por parte de su madre, y
que en las clases se dedica a cosas como colorear o divertirse a jugar con
piquis (nombre común en Colombia para las canicas o bolitas de cristal).
El golpe viene cuando un chico
habla y se divierte con ella. Esto hace hervir la sangre de Martín, y que este
tenga pensamientos impropios de su edad, sino que lleve a cabo actos que puedo
resumir como atroces. Y aun diciendo esto, no estoy adelantando nada
especialmente crucial, pues si bien es el contenido del cuento, la escritura
como el desarrollo del mismo lo hacen muy bueno. De echo puede catalogarse como
inconcluso, pues no se resuelve el misterio de lo que le esta sucediendo a
Martín. Pero es tan bueno, que no es necesario.
Sin embargo (siempre tiene que existir un pero en el asunto), no todos los cuentos son buenos, y creo que es algo comprensible. Incluso existen inconsistencias en algunos de mis favoritos. Pero comencemos suave.
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