lunes, 19 de abril de 2021

Reseña Una educación de Tara Westover

 

Ficha técnica

Título

Una educación

Autor

Tara Westover

Editorial

Lumen

Primera Edición

2018

Impresión

España

ISBN

9789585404267

 

¡Oh, querido lector! El mercado nos llena de libros y libros que por publicidad o recomendación deseamos leer, y otros tantos y preciosos ejemplares se nos escapan entre este mar de literatura. Sin embargo, en otras ocasiones, dejarnos disuadir por una lectura conjunta puede traernos no solo una buena lectura, sino toda una experiencia. Y esto fue, adelanto, lo que me trajo consigo este libro autobiográfico. Toda una experiencia de no solo de una buena historia, sino una historia real que toca fibras en diversos temas.

Pero para empezar correctamente, Tara Westove es una historiadora y ensayista estadounidense, originaria de Idaho, Cum Laude de la universidad de Brigham Young y ganadora de la beca Gates de Cambridge. Si nos quedáramos con esos datos, podríamos apelar a que esta autora describiría su excelente educación desde la primera infancia; nada más lejos de ello. De hecho, era la más pequeña de siete hijos, de una familia de comunidad mormona que vivía en el campo, y para rematar, la familia no solo era ultraconservadora, sino que pisó por primera vez un aula de clase a los trece años.

La historia nos ubicará en Buck’s Peak, una montaña remota de la zona, que eso sí, tiene paisajes increíbles (búscala en Google). Allí, alejada de casi toda tecnología, al menos de principio, se establecerá la familia.

La educación familiar, en general, es impartida por el padre, Gene, y la madre, Faye, pero teniendo como línea rectora las creencias religiosas. Esto hace que siempre se esté nombrando el fin de los tiempos, los días de Abominación o simplemente el día del juicio, además de que cualquier evento fuera de lo común se lo tome como una señal. Esto hacía que tuvieran costumbres de tipo “superviviente”, en donde se engrosan las líneas y herramientas de defensa, como armas escondidas, un bunker e incluso, tener conservas más allá de las necesarias para invierno.

Faye, herbóloga, una mujer algo disminuida por su esposo, es la que en principio tiene una relación más cercana con el mundo exterior, al punto de darle un acercamiento a la educación básica a Tara. Punto interesante cuando piensa en que ella debería no solo ir a la escuela, como un par de sus hermanos mayores, sino que esto le traería ventajas en su futura vida. Sin embargo, esto se ve truncado tanto por un accidente, como por el padre y sus convicciones religiosas, que le hacen buscar y encontrar enemigos en todos los espacios de la vida familiar, siendo la escuela es uno de ellos. Para este hombre allí solo hay comunistas e iluminatis. Título último que incluso es atribuido a su propia madre, la abuela de Tara, cuando esta última insiste en que Tara debe estudiar. Tal es el fanatismo que, a partir del tercer hijo, estos no tienen siquiera partida de nacimiento. Y ciertamente no se sabrá con exactitud cuando es el cumpleaños de Tara.

El segundo acercamiento a la educación fue por parte de uno de sus hermanos mayores: Tyler. Como ella misma lo describiría: “Él bailaba un vals mientras los demás saltábamos en una giga; él era sordo a la música estridente de nuestra vida y nosotros éramos sordos a la serena polifonía de la suya”.

Este hermano, era amante de los libros, y el tiempo que tenía libre, pues tenía que trabajar en casa en el desguace, lo dedicaba a leer cuanto podía. De hecho, su padre, hacía todo lo posible por que se mantuviera ocupado trabajando, acción que también repitió de forma recurrente cuando lo consideró necesario con Tara.

Para el que no lo sepa, el desguace, es un lugar dedicado a desmantelar las piezas de diferentes objetos. Normalmente autos abandonados, pero donde puede caer, también, electrodomésticos o todo tipo de maquinaria industrial. Esto se vende como chatarra según el material: cobre, aluminio, acero, etc. De esto se entenderá que no solo no es un trabajo fácil, sino que de no tener el equipo y el cuidado suficiente podrían ocurrir accidentes. ¿Adivinen qué? Pues sí, a causa del comportamiento de Gene, ocurren varios accidentes que será otro punto de inflexión de nuestra protagonista. Esto raya hasta el punto, en que las frases de Gene parecen sacadas de un diálogo caricaturizado de alguna serie: “No te preocupes, cariño (dirigiéndose a Tara). Dios está aquí, trabajando con nosotros. No permitirá que te hagas daño. Y si te lo haces es porque así lo ha dispuesto”.

Bueno, realizar la reseña para invitarte a leerlo se me está complicando, pues entre más reviso mis notas y zonas resaltadas, más quisiera compartir. Por ello, esto podría sentirse cortado; dejado a medio discurso, pero así son las reseñas, no los resúmenes. Puedo decir que el camino de Tara es una camino de descubrimiento, que va desde su difícil niñez desescolarizada a ser becaria, de no saber nada del mundo a historiadora.

Pasará no solo por el fanatismo de su padre, sino por el machismo, el sexismo, la xenofobia, la violencia psicológica y física. En fin. Por casi todos los vejámenes propios de la inconsciencia y enfermos mentales (esto lo entenderán si leen el libro), soportados por la superstición.

Igualmente, en este espacio solo nombre a la madre, el padre, y por mucho a uno de los hermanos, pero ya hacia la mitad, como al final del libro, otros tomarán el relevo en cuanto al protagonismo en la vida de Tara, tanto por aspectos positivos, aunque más hacia lo negativo. 

He de decir que no es fácil la lectura en cuando a ser un observador imparcial, porque experiencia a experiencia, vivencia a vivencia, si bien algunas pueden pasar desapercibidas, en conjunto te desgarran de alguna forma. No te permiten ser un lector inadvertido. Que no solo conmueve, sino que enoja. Que no solo entristece, sino que motiva.

En definitiva, un libro que destaca en muchos sentidos. No por nada tiene calificaciones tan altas, y es considerado como uno de los libros más importantes en su momento por The New York Times.

Así, que las palabras sobran, lector mío, en recomendarte tan magna obra. Pero no solo leerla, sino sentirla, vivirla al máximo, en todos sus sentidos, como seguramente lo hizo la autora al recordar su vida para plasmarla.


Con cariño R31k3n.

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario